Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1882-1883 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 22 de junio de 1883
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 138, 3304
Tema: Presupuestos generales del Estado para 1883-1884

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Voy a decir muy pocas palabras en contestación a las últimas que ha pronunciado el Sr. Romero Robledo, porque no quiero contribuir a alargar este debate, que, en último término, es de todo punto estéril.

Ya sabía yo que además de le ley de imprenta tenía para los periódicos el Código penal; pero lo que no podía presumir era que el Tribunal Supremo me dijera que ciertos delitos contra las instituciones debían llevarse ante el tribunal de imprenta y no ante el tribunal ordinario. ¿Por qué lo dije? Pregúntelo S. S. a sus amigos del Tribunal Supremo. (Rumores.) ¿No es correcto eso? Yo creo que sí, cuando el Tribunal Supremo lo dijo; pero si S. S. lo rechaza, yo nada tengo que decir. La Sala del Tribunal Supremo que nos encontramos establecida fue la que lo acordó; y si lo acordó, ¿qué había de hacer el Gobierno? Si delinquía otro periódico de la misma manera, ¿había de llevarlo el Gobierno al tribunal ordinario, para que el Supremo dijera otra vez que debía haber ido al tribunal de imprenta? (Bien, bien)

Por consiguiente, conste que no me ha causado extrañeza lo que S. S. ha dicho de que además de la ley de imprenta hay Código penal. Lo sabía antes que S. S. lo dijera, porque tengo obligación de saberlo; pero S. S. no se ha hecho cargo de la opinión del Tribunal Supremo.

En cuanto a monarquismo, diré que yo no he dado a S. S. patente de monarquismo, porque no la necesita. (El Sr. Romero Robledo: Ya lo creo.) Pero si S. S. lo cree así, debe creer también que yo la necesito bastante menos que S. S., porque en esto de monarquismo no he antepuesto nunca a mi monarquismo liberal más que el amor de la Patria, que la antepongo a todo otro ideal. Yo he llevado mi monarquismo hasta el punto de que no me he separado nunca de la persona que ha representado aquel principio, mientras no ha dejado de representarlo, y después he hecho todo lo que he podido en bien de mi Patria, defendiendo siempre la Monarquía; y con la misma lealtad con que he estado en la Monarquía, continuaré estando siempre. (Muy bien, muy bien.)

Por lo demás, ¿qué quiere S. S.? ¿Espera S. S. que yo me arrepienta de lo que he dicho siempre, de que caería del lado de la libertad? Lo digo aquí como lo dije ahí, sin que esto se ataque a la Monarquía, porque la Monarquía que yo quiero es la Monarquía liberal, es la Monarquía representativa; ahí estoy yo; fuera de ahí no estoy con la Monarquía. Pero dentro de esa Monarquía no tiene S. S. que darme a mí patentes de monarquismo, ni las acepto; que en último resultado, aquí cumpliré con mi deber respecto a la Monarquía, como he cumplido siempre con todos los deberes que he echado sobre mi conciencia, y los cumpliré después ahí, cuando ahí vaya, con la misma lealtad, con la misma fidelidad con que he de cumplirlos aquí, pero sin alardes extemporáneos que no hacen falta para nada.

Me iba a hacer cargo de otra cosa; pero, puesto que S. S. no ha hecho más que apuntarla y no quiero prolongar este debate, y al parecer S. S. está impaciente por resucitarla en otra ocasión, para otra ocasión la dejo yo, y entonces dilucidaremos esta y otras cuestiones.

Y en cuanto a las relaciones, tratos y contratos que ese partido haya tenido con la izquierda, ya sé yo los propósitos que a S. S. le guiaban, y esto me basta; algún día lo demostraré, si S. S. se empeña en ello; por lo demás, yo estoy con la izquierda en todo lo que no crea que es conveniente para mi Patria y para las instituciones, como con todos los partidos liberales que acepten la Monarquía. ¿Vienen a ella? Bienvenidos sean: nadie ha hecho más que yo, y estoy dispuesto a hacer más si es posible, para que la familia liberal se funda en un sólo partido y no haya más que una sola bandera que poder tremolar enfrente del partido conservador; y permítame S. S. que se lo diga, buena falta hace ahí una bandera sostenida por manos más firmes que me parecen las de S. S., no por falta de deseo, no por falta de buena voluntad, sino por otras condiciones que S. S. tiene, que son excelentes para un hombre de partido y de batalla, pero que no me parecen tan buenas para un hombre de Estado, para un hombre político de importancia, que ha de contribuir al arraigo de las instituciones. (Bien, muy bien.) [3304]



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